miércoles, 30 de diciembre de 2009

Llegaremos a tiempo

Hace algunos días, hice un acuerdo conmigo misma. Me prometí que las sendas trazadas por un fino lápiz, volverían a cruzarse de nuevo, dejando de lado a esas tijeras invisibles que se habían encargado de separar los caminos y que ambos retomásemos nuestro trayecto conjunto. Quizá fui algo soñadora, me dejé llevar por el momento. Ahora, tras haber eliminado esa ligera venda que ocupaba mis ojos, por mucho que mire a mi alrededor, no veo sendas, ni trayectos, ni caminos conjuntos, ni nada por el estilo.
Todo se ha difuminado, como un precioso sueño que llega a su fin, sabiendo pues, que toca despertarse y empezar un nuevo día. Sin embargo, lo que de verdad gustaría a cualquiera, sería cerrar los ojos, girarse y volver a tomar esa maravillosa ensoñación. Para mí, el despertador ya ha sonado y he visto como el sueño se escapa de mis propias manos, viajando lejos, con intención de no regresar. Y yo, no puedo hacer otra cosa que ver cómo se aleja, dejándome con promesas no cumplidas, una bolsa llena de recuerdos y las ganas aún sin estrenar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Una pequeña sonrisa a cambio