sábado, 29 de mayo de 2010

Carry me home

Desearía sorprenderte de una forma tan sencilla como sólo tú sabes.
Haces que cada palpitación se vuelva insoportable aquí dentro. Que cada cuerda vocal sufra al intentar emitir un sonido. Que yo consiga descifrarte, abrirme paso entre lo que quiero decir y lo que al final consigo titubear.
Sé que cada minuto es único, pero también inmejorable. A veces dudo si lo ocurrido es fruto de mi imaginación y lo visiblemente presente es algo que semeja a la cordialidad. Y nada más.
Pero aparecer como cada día, suspirando antes de que te gires te sonría, me sonrías y encontrar un pedacito de tí, de tu dulce perfección en un rincón, sabiendo que es únicamente para mí y mi esperanza, hacen que me tiemblen las piernas como a una pobre niña pusilánime incapaz de contener sus emociones, fingiendo al tiempo que la situación está controlada. Porque en realidad, no es así.
Oscilo entre aprender a vivir con la ilusión o con el olvido.
En poco tiempo, la una sucumbirá a la otra. Se fundirán en una y todo cuanto creí haber alcanzado, se esfumará con total sutileza.
Quiero que quieras. Quiero odiarte, ignorarte, desearte aún más.

jueves, 27 de mayo de 2010

Tierna y dulce historia de amor.

Si pudiera, congelaría el tiempo. Atrasaría todas las manecillas de los relojes para disfrutar una vez
Con tanto y con tan poco...
Y si yo lo creía perdido, las ganas de revolución aparecen con más fuerzas. Los restos del cansancio quedaron bajo tierra, ahí es donde deben estar.
Lo mío está agrupado también en pedacitos de canción con nombre y apellido propios. Volemos lejos. Atravesemos el cielo azul sideral fuera de cualquier mirada o comentario. Dame la mano. Es un viaje largo, pero no sentirás ni un ápice de esas duras turbulencias. Espero que no tengas miedo a las alturas. No estaría bien borrar esa sonrisa de niño bueno de tu cara por culpa del vértigo.
Puedes cerrar los ojos, vamos a despegar en un segundo. Y no volveremos.
Hay un mundo nuevo que nos espera, creado únicamente para nosotros. Elegí tropezar en tu regazo para tocar el cielo y jugar a enloquecer. A permanecer en el paraíso de la eternidad. De tu eternidad conmigo. De mi maravilla contigo.
Nuestra locura hecha una. Inseparable y compacta. Como mi brillante emoción. Quiero tenerte cerca, que me mires atontado y suplicarte una continuación. Una prórroga para mis sentidos.
Agárrate fuerte. Esto no ha hecho más que empezar.

viernes, 14 de mayo de 2010

Silencio de reloj

Si calculase los días, horas que han pasado desde que te cruzaste conmigo por primera vez, el resultado no sería algo relativamente escandaloso. Tampoco saldría un número demasiado grande si pensase cuánto me queda de paraíso. De contemplar esa mirada. De saber cuándo tendré que decirte adiós por útima vez. No estoy preparada para ese momento. Algo se encoge dentro de mí al recordarlo. Una angustia semejada al dolor cobra fuerza, golpeando con violencia cada músculo.
Yo también tengo vértigo. Quiero que se pare el tiempo. Que se dentenga el momento y se congele el futuro. Que te plasmes frente a mí, que me agarres con fuerza la mano y que me digas que todo va a ir bien. No quiero más destino escrito, ni fronteras dibujadas.
Compondré una balada para tu sonrisa si eso es lo que quieres. Jugaré a improvisar con los sentidos si me lo pides. Perseguiré frenética mis metas imposibles si así consigo retenerte frente a mí. Haré lo que pueda. Lo que tú quieras.
Mi canción desesperada marca un principio, pero no tiene final.
Solo necesito ganas, entusiasmo, intenciones positivas.
Permaneces oculto a mis sentidos como un cofre del tesoro. Yo busqué el mapa que me llevaba a la meta. Lo perdí. No estaba cerca de poder alcanzarlo. Me inventé las indicaciones. Fantaseé con locuras ocurrentes, carentes de sentido.
Y yo, con mi particular bipolaridad vuelvo a suspirar al escuchar tus quejas, contradicciones y rarezas.
Mi cuarto sigue pintado con un tono gris. La luz no traspasa. No aparece ni una sola lágrima de color. Se esfumó con la última esperanza.
Nadie sabe lo que pasará mañana. Yo solo cruzo los dedos para sentir tu respiración en mi espalda. Sentirte en la lejanía. Esa distancia que está tan cerca de hacerme enloquecer. Delirar.

Nada que decir

Hay detalles que marcan una ilusión, un comienzo de algo bonito, lleno de magia y ternura. Hay motivos, hechos que no se pueden explicar con palabras, dibujos, señales.
Hay esperanzas que permanecen aunque la partida esté llegando a su fin y el marcador vaya en contra. Hay cosas irrealizables y otras, imposibles.
Nunca pensé en jugar a arriesgar. Suena demasiado feo perder, avergonzarse. Ese es el miedo a equivocarse. Pero si yo decidí eso, fue por mantener un equilibrio entre mi demanda y tu oferta. Una cierto control que mis emociones fueron incapaces de resistir.
Traspaso fronteras, caminos para llegar a tí. Hago lo que está en mi mano para poder alcanzarte. Sentirte. Pero necesito que la otra parte quiera jugar. Tú decides cuándo arriesgar. Romper esa barrera que llevo tiempo intentando rasgar con mis propias manos y dar otro paso hacia adelante. No importa si invades mi espacio vital. No me sentido acorralada en absoluto.
Pero sé que es objetivo inalcanzable.
En este juego la otra parte está lejos, está distante, a punto de girar la cabeza y echar a andar en la dirección contraria a mí. Y eso me está matando, desgarrando por dentro.
Quiero sentirte al alba, rozar tus dedos y no obtener un nada por respuesta. Desesperarme al oir tu voz. Y que el tiempo se detenga, advirtiendo que la eternidad es nuestra, que podemos disfrutar. Evitar que la angustia se apodere de mí cuando te dejo atrás, despidiéndome hasta la próxima.
La función comienza y termina cuando tú decidas. Eres el dueño de mis palabras y de mi comportamiento.
De mis ganas de abrazarte.

Bipolar

Tu olor se ha quedado impregnado en mí, con la misma facilidad y sencillez con la que mi fantasía e imaginación vuelan libres por encima de los tejados a una velocidad no recomendada. Mayor de lo permitido, apesar de no encontrar un puerto sobre el que posarse. La marea está alta y las intenciones a ras del suelo.
Algún día me derretiré como el vidrio al contacto con las llamas. En algún momento también sucumbiré a la noche y el día para que bajen a ayudarme, a pedir perdón a mis ilusiones, por jugarles una mala pasada y a esperar que todo pueda cambiar. Suceder.
Y es que hay metas difíciles. Imposibles. Ccasi tanto como poder retenerte para escuchar como tu respiración juega acompasada con tu pecho. Pues no hay algo que dure eternamente, pronto podré comprobarlo y no existen los momentos eternos, las paradas de reloj o los kilómetros retrocedidos.
A estas alturas poco o nada se puede hacer por cambiar lo vivido, lo sentido y ocurrido. A veces, me lamento por las cosas que no suceden como se quiere, se desea. Me gustaría poder tener durante un minuto el control del tiempo, las emociones y las circunstancias, aunque sé que ese no es el buen camino para lograr que los acontecimientos lleguen por sí solos sin esperar. Pero estoy cansada de reprimir mis emociones. De querer y no poder. Fingir que todo está bien como está, porque para mí no es así. Mirarte e intentar convencerme de que igual que tu esquivas mi mirada o la recoges por simple compasión, también puedo hacerlo yo.
Se me olvidaba que soy yo quien desea cruzar esa mirada con la tuya, hacerla más especial y borrar miedos.
Y es que hay miradas que no se borran solo con cerrar los ojos.

sábado, 1 de mayo de 2010

Córdoba

Atontada e ilusionada. Cobarde y pesimista. Feliz y convencida.
Cobran fuerzas las ganas de sentirte al alba, de formar parte de tu locura, rozar tus dedos. Fantasear con tu boca, tu sonrisa que provocan un ligero frenesí cargado de pasión, vitalidad. Bella vitalidad.
Tienes permiso en mí. Lo conseguiste con tus primeras palabras, mis primeros suspiros. Podrás manejarme a tu dulce conveniencia, así como te plazca. Así como a mí me gustaría.
Eres el dueño y el motivo de mi locura transitoria, de este gracioso estado de bipolaridad que se traduce en una incomprendida euforia para el resto de los mortales.
Y yo, tras tanto tiempo a la deriva, sin mensaje en la botella, ni chaleco salvavidas, apareció mi luz. Mi esperanza traducida en tí. Llegaste sin avisar, con esa tierna espontaneidad que me hizo ver que algo importante iba a empezar, que algo grande estaba oculto.
Y decidí no mirar el calendario, ignorar el tiempo. Si era pronto o tarde. Ni siquiera me importaba saber o estar convencida de que ambos teníamos puntos de vista distintos, sentimientos contrarios. Tenía claro que iba a luchar, acercarme a la boca del lobo, al límite de tus sentidos, hasta rozar el horizonte. Permaneceré camuflada en el reflejo de tu sombra hasta que tu decidas tocar mis párpados, cerrar mis pestañas. Hacerme brillar.