domingo, 9 de septiembre de 2012

golpe a golpe

Septiembre.
Hojas marronáceas empiezan a caer con lentitud de allí donde mucho tiempo estuvieron. El asfalto, manta que recoge cada una de las pequeñas partes de los árboles, se vuelve más y más oscuro, al compás de un cielo que cada día ennegrece antes. 
Niños que corretean disfrutando de sus últimos momentos de suspiros, piscinas, antes de volver a la más cruda realidad. 
Políticos que vuelven de sus vacaciones programadas, sin notar apenas que antes sí estaban, profesores que preparan horarios, presentadores que regresan con su nueva temporada, adolescentes que apuran cada minuto antes de superar lo que meses antes no consiguieron. 
Rutina. 
"Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar". 
Comenzar, continuar, avanzar. 
Es hora de volver, renacer o, simplemente, encender la luz. 
Nunca me fui, siempre estuve allí donde me esperaban. Aunque en ocasiones, incluso a mi misma se me olvidase. 
Empecemos de cero, con nuestra propia nueva temporada. 

domingo, 26 de agosto de 2012

mensaje subliminal

Cuando hablo claro, no se me entiende. 
Cuando intento parecer seria, no provoco más que risas.
No controlo la ironía, no tengo mucha más fuerza que un niño pequeño y soy de lágrima fácil. Me gusta parecer indiferente cuando realmente me muero al ser tan curiosa y constantemente hablo con mi perra, sabiendo que difícilmente me responderá. 
Me da miedo la oscuridad y pánico las arañas peludas. A veces se me escapa un grito ahogado al ver un gran insecto volador revolotear en las paredes de mi habitación. 
Pero no lo puedo evitar.
No juego a ser diferente. Probablemente no seré más que otra chica del montón, pero es lo que hay.

jueves, 12 de julio de 2012

prohombre

Durante muchos años me dijeron que la poesía significaba rima. 
Asonante, consonante.
En mi etapa literaria pretendía constantemente, sin fruto alguno, o pésimo si lo lograba, alcanzar esa repetición de fonemas a partir de la sílaba tónica al final de uno o varios versos.
Conseguía frustrarme cuando no obtenía una palabra que rimara con abejorro.
Todavía me pregunto quién fue aquel incomprendido que empezó a hacerme creer esa estúpida tesis de 'poesía equivale a rima'. Arruinó innumerables instantes de mi vida y transformó esos intentos inocentes de creación de literatura en banales conjuntos de palabras, sin más sentido que la pretensión de lograr esa repetición fonética...
Pero, de repente, llega un momento en la existencia de una persona en la que se decide romper las horribles cadenas que indican sumisión, aprobación, consentimiento a todo aquello que se es dicho, para arrimarse las alas al hombro y echar a volar. Sin más equipamiento que incertidumbre e ilusión. 
Y fue entonces, cuando un nuevo mundo se abrió a mis pies. Descubrí que todo aquello que había oído durante toda mi vida, hasta ese momento, no era más que una idea carente de sentido. 
No recuerdo el día, el mes, el instante exacto. Considero que los buenos momentos no están marcados en el calendario. Hay ocasiones en las que no se está pendiente de la hora. 
Sin embargo, aquella situación significó un antes y un después en mi conocimiento de la poesía; o mejor dicho, la idea de producirla por mí misma. 
Fui capaz de cerciorarme que Mario Benedetti hacía poesía, pero no veía rima por ninguna parte. 
¿Incoherencia? No lo creo. 
Por lo tanto, hubo algo en mi interior que cambió. 
Como una de tantas veces que sucede a lo largo de una existencia. 
Porque hay cosas que no pueden ser explicadas, indicadas, comentadas a ciencia cierta. 
Nada es absoluto. Todo es relativo. 
Y, a veces, es mejor conocer de primera mano, destapar ese velo que se es colocado por quien considera tener la razón y resulta serle escapado tan pronto como un suspiro.



Quién me iba a decir que el destino era esto


Ver la lluvia a través de letras invertidas,
un paredón con manchas que parecen prohombres,
el techo de los ómnibus brillantes como peces
y esa melancolía que impregna las bocinas.

Aquí no hay cielo,
aquí no hay horizonte.

Hay una mesa grande para todos los brazos
y una silla que gira cuando quiero escaparme.
Otro día se acaba y el destino era esto.

Es raro que uno tenga tiempo de verse triste:
siempre suena una orden, un teléfono, un timbre,
y, claro, está prohibido llorar sobre los libros
porque no queda bien que la tinta se corra.



Angelus,  
M.B.

martes, 12 de junio de 2012

Hay días que llueve y otros, que tan sólo diluvia. 

jueves, 31 de mayo de 2012

donde habita el olvido...

Tenemos nuestro lugar.
Principio. Vacío, ocupado, fatídico en cuanto nos descuidamos.
Final. Dulce hogar.
Ahogo descuidado, frío destino para quien no busca, no encuentra, no guarda... y lo pierde.
Sí; yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos.
Yo cuido cada detalle, destrozo cada intención.
lo consientes.
Él ni se inmutará.
Nosotros desgarramos los segundos, paralizamos los minutos.
Vosotros mantendréis el silencio, allí donde desaparecerá. Lejos de cada horizonte. Cerca de cada vertical.
Ellos serán nuestra salvación.

...en los vastos jardines sin aurora.
(L.C.)

miércoles, 23 de mayo de 2012

something else

Me da miedo el abismo. Vértigo. Caminar de puntillas entre la incertidumbre. Saltar, esquivar obstáculos e ignorar el resultado. A veces no me importa caerme si sé que no soy perfecta. Ni siquiera me molesto en serlo. Apenas lo intento. Pero, hay veces que ya no se puede volver atrás e incluso avanzar.
Momentos en los que el tiempo pasa muy rápido... o no pasa.

lunes, 7 de mayo de 2012

basta de blues

Siempre intento hacer lo mejor. Aunque, a veces, nadie me entienda. Pero tengo mis motivos. Decir mis suena relativamente egocéntrico. No pretendo que sea así, puesto que, aunque no lo parezca, miro más allá de mi sombra, busco más lejos de mis horizontes. No con esto pretendo justificarme, dar motivos, argumentos por los que, a veces, cuando decido enfrentarme con seguridad a mis miedos, mis dudas, provoco mayor incertidumbre a mi alrededor. 
Simplemente, me conformaría con saber que todo tiene un motivo, una razón. Modificar el cauce natural de un río podría traer importantes y fatídicas consecuencias. Cambiar algo de la noche a la mañana es peligroso, y más aún, cuando se hace sin querer. Por ello, a veces, volver a la rutina, mantener la vida diaria, los hábitos cotidianos, es lo mejor para todos...Aunque, en ocasiones, cueste admitirlo e, incluso, el adjetivo normal provoque la sensación del olvido.

domingo, 29 de abril de 2012

over me

Soy una filósofa frustrada. Me habría gustado trabajar entre el mundo ontológico y la verdad metafísica. Entre lo sensible y lo inteligible. Pero decidí camuflarme en el universo de las leyes. Valiente inconsciente. También, una vez, soñé con dominar el mundo de las letras y volverme loca con la más extraña de las sintaxis. Pero decidí que no fuera así. 
Escogí, como una de tantas veces en mi vida. Quizá me equivoqué. O puede que no. Aun así, A implica B, y a cada causa su consecuencia. 
Consecuencia que se acepta o no. Pero está. Permanece con su frágil sutilidad invitando al desconcierto, al deseo de desesperar y a las ganas por sobrevivir. Y no por ello, al cerrar los ojos ya no estará. Si se elige algo, hasta el final. 
Y no hay más.

miércoles, 18 de abril de 2012

paper dreams

Muchas veces me paro a pensar en la gravedad. Sí, yo también. En el modo tan increíble que tiene para hacernos permanecer en cualquiera de los lugares que nos encontramos. Aun sin quererlo.
Porque hay días en los que vendería mi cabeza, apostaría mis ahorros si así pudiera volar durante algún tiempo lejos de estas circunstancias, de ese momento que llega y que no puedo hacer nada para evitar. Me gustaría, pues, poder vencer la gravedad, saltar y lanzarme al espacio. Flotar cuan leve hoja se desplaza felizmente entre los árboles que acaba de abandonar. Y, ¿por qué yo no puedo ser hoja?. Decidir volar, si quiero, escapar si lo deseo, huir si lo necesito. Necesito.
Necesitar.
Resulta muy vergonzante recitar esa palabra. Suena como un suplico mal entonado, como última medida de desesperación. Como aquello de lo que haya que arrepentirse el resto de la vida. 
Sin sentido. Nada es para siempre.
"Todo tiene su tiempo y su momento"
Necesitar condiciona, obsesiona, paraliza. 
El tiempo es finito, incomprensible y, a veces, decepcionante. ¿Para qué evitar lo evidente?.
A veces pienso que dejo las cosas a medias, sin terminar, ¿y por qué? Seguramente sea una necesidad. Una de esas dependencias que condicionan, obsesionan, paralizan. Pero que nos hacen ser así. Yo soy así. Con todo aquello que necesito, aquello que evito y aquello que necesito evitar. Con aquel tiempo finito persiguiéndome los talones a cada paso que avanzo, a cada centímetro que retrocedo. Muchas veces para ganar, otras para perder, otras para, simplemente, fantasear.
Imagino que sea difícil controlar la gravedad. No lo he intentado con fórmulas físicas ni matemáticas, o con alguno de esos aparatos caros y extravagantes que controlan la presión, temperatura o fuerza. No lo necesito para saber que, por mucho que lo intente, yo no puedo ser hoja. 

domingo, 15 de abril de 2012

azul

Las cosas importantes se guardan en sitios pequeños. En lugares acogedores donde todo lo que esté dentro parece entrañable, inconfundible; donde sólo uno mismo sabría encontrar hasta el más extraño de los objetos. Todos tenemos uno de esos rincones secretos, a los que acudimos cuando algo valioso está en nuestras manos.
Pero, ¿dónde vamos cuando no tenemos eso tan importante? Si aquello que se considera tan vital, urgente, significativo ha desaparecido, o simplemente nunca estuvo. 
Simplemente nunca existió.
Cuando eso tan considerable no ha sido más que fruto de nuestra humana imaginación, de la más maravillosa e incomprensible ficción. 
Entonces, aquel rincón queda sin sentido, sin utilidad, sin servicio. Parece que su magia ha desaparecido, que ya no sirve de nada mantenerlo como aquel lugar de incontable importancia. 
Y ahora, ¿qué?
Nada más lejos de la realidad, aceptar, volar, continuar. 
Nada más. 

martes, 10 de abril de 2012

reduciendo intensidad

Me gusta el silencio. 
Hay silencios y silencios.
A veces vale más no decir una palabra que intentar justificarse en vano, cuando la respuesta es tan clara que parece ridículamente humillante intentar argumentar. 
Sin embargo, están esas pausas acogedoras que me llenan de calma y me abarrotan de paz. Aquellas con los que no me importa que reine el más infinito de los silencios. Esos que no incomodan, que no te revuelven en el asiento o me hacen sentir estúpida. 
Aquellos con los que me siento bien y parece que el tiempo no pasa, que los minutos se han parado justo en el momento que yo deseaba... y me gusta.


nieve en abril

Me gustaría saber recoger las ideas que llegan tan de improvisto, meterlas en un bote y cerrar bien, para evitar que cuando no quiero, se escapen sin saber a dónde irán.
Será porque no hay memoria suficiente para retener aquello que no es útil o eso que lo es en menor medida.
O simplemente que cuando quiero, no puedo. 
Que pasa un pájaro y a la mínima desaparezco o no me encuentro.
Así estoy yo.


jueves, 29 de marzo de 2012

wind

De vez en cuando echo la vista atrás.
Cierro los ojos y recuerdo.
Días malos, días buenos, días mejores.
Abro los ojos y me río.
No hay nada como recordar.
Al final, cuando sólo quiero recapitular, invocar a la nostalgia, sólo aparecen las cosas buenas. Aquello por lo que luché, aquello por lo que mereció la pena. Aquello por lo que hoy estoy tan orgullosa.
Y es que sé, estoy segura, que quien algo quiere, algo le cuesta. Yo puedo predicar con el ejemplo. Estar satisfecha de lo que conseguí. De mis días de agonía, de tristeza, de desvanecimiento, de flaqueza y debilidad.
Aquellos momentos en los que pensaba en tirar la toalla, en abandonar.
No me arrepiento de no haberlo hecho.
Es más, me gusta saber que aquellas ideas desaparecieron de mí tan rápido como llegaron.
Porque sino, hoy todo esto no tendría sentido. Cada una de las líneas aquí reflejadas no serían más que cargamentos de tinta electrónica marcadas por la utopía, de lo que pudo ser y no fue.
Y luché, pero lo seguiré haciendo, porque el camino no está sino marcado con una fina línea.
Ésto sigue, ésto continúa... Ésto no ha hecho más que empezar. 




no surprises

A veces me siento en ocaso. Desaparecer del horizonte visible para pasar a la oscuridad.
Oscuridad.
Qué fácil suena decirlo, qué difícil demostrarlo. No hay nada más complicado que reflejar oscuridad, tinieblas, opacidad. 
Porque cuando todo parece luz, fulgor, incandescencia; cuando todo no es más que claridad, luminosidad...aparece la sombra. 
Cuando es tan fácil dibujar una línea clara, llena de color, de luz, de brillo...
Cuando es tan complicado no pensar que hay algo negro detrás, algo que conducirá a la adversidad, al plano contrario. 
Y es que son como dos caras de la misma moneda.
No hay luz sin oscuridad.
No hay oscuridad sin luz.
¿Por cuál decidirse? Por la más brillante.
Sin embargo, a veces todo va más allá de esa simple elección. En ocasiones veo como, sin poder remediarlo, es la hora del descenso, del fin del día, de la caída brusca y siniestra que nos atemoriza, que nos impide disfrutar por un segundo más la luz, de ese brillo que nos acompaña, que nos cobija, que nos resguarda con una tierna sonrisa.
A veces veo como, sin poder remediarlo, es la hora de la oscuridad.


lunes, 19 de marzo de 2012

ser-estar-parecer

Vuelvo.
He decidido volver, aun sin tener la sensación de haberme ido. La puerta sigue abierta por si cambio de opinión. 
Es difícil caminar con dolor de pies.
Es complicado buscar un lugar donde esconderse cuando no se sabe hacia dónde ir. 
Primero pensar, después actuar. 
Desde luego, creo que faltan razones para alcanzarme. Me deslizo a una velocidad superior a la permitida, inferior a la deseada y no puedo hacer nada para evitarlo. 
Cierro los ojos, aparto mi mente, pero todo sigue en el mismo lugar donde estaba antes. Nada decide moverse si yo no lo cambio. Y a veces dudo que pueda hacerlo, que pueda conseguirlo.
Que pueda intentarlo, o que al menos, vaya a acertar. 


sábado, 7 de enero de 2012

won

Me gusta saludar a los pasajeros del tren cuando yo no soy más que una simple transeúnte. Me hace sentir bien. Puede parecer una grata estupidez, pero resulta agradable cuando la pasajera soy yo y sonrío al ver que hay gente que piensa las mismas estúpidas pero sencillas ideas. Ojalá fuera tan fácil hacer reír. 
A veces el camino se hace largo, inacabable. Como si no pudiera haber nada que consiguiese matar el tiempo. Música, libro. Próxima parada. Suspiro, bostezo. Final del trayecto.
Por fin.
Destino, dulce destino. Aunque sea un día de entre otros cualquiera, cuando ni siquiera ha amanecido, o hace rato que ya anocheció. Aún así, resulta agradable abandonar el vagón. Respirar aire fresco.