domingo, 29 de abril de 2012

over me

Soy una filósofa frustrada. Me habría gustado trabajar entre el mundo ontológico y la verdad metafísica. Entre lo sensible y lo inteligible. Pero decidí camuflarme en el universo de las leyes. Valiente inconsciente. También, una vez, soñé con dominar el mundo de las letras y volverme loca con la más extraña de las sintaxis. Pero decidí que no fuera así. 
Escogí, como una de tantas veces en mi vida. Quizá me equivoqué. O puede que no. Aun así, A implica B, y a cada causa su consecuencia. 
Consecuencia que se acepta o no. Pero está. Permanece con su frágil sutilidad invitando al desconcierto, al deseo de desesperar y a las ganas por sobrevivir. Y no por ello, al cerrar los ojos ya no estará. Si se elige algo, hasta el final. 
Y no hay más.

miércoles, 18 de abril de 2012

paper dreams

Muchas veces me paro a pensar en la gravedad. Sí, yo también. En el modo tan increíble que tiene para hacernos permanecer en cualquiera de los lugares que nos encontramos. Aun sin quererlo.
Porque hay días en los que vendería mi cabeza, apostaría mis ahorros si así pudiera volar durante algún tiempo lejos de estas circunstancias, de ese momento que llega y que no puedo hacer nada para evitar. Me gustaría, pues, poder vencer la gravedad, saltar y lanzarme al espacio. Flotar cuan leve hoja se desplaza felizmente entre los árboles que acaba de abandonar. Y, ¿por qué yo no puedo ser hoja?. Decidir volar, si quiero, escapar si lo deseo, huir si lo necesito. Necesito.
Necesitar.
Resulta muy vergonzante recitar esa palabra. Suena como un suplico mal entonado, como última medida de desesperación. Como aquello de lo que haya que arrepentirse el resto de la vida. 
Sin sentido. Nada es para siempre.
"Todo tiene su tiempo y su momento"
Necesitar condiciona, obsesiona, paraliza. 
El tiempo es finito, incomprensible y, a veces, decepcionante. ¿Para qué evitar lo evidente?.
A veces pienso que dejo las cosas a medias, sin terminar, ¿y por qué? Seguramente sea una necesidad. Una de esas dependencias que condicionan, obsesionan, paralizan. Pero que nos hacen ser así. Yo soy así. Con todo aquello que necesito, aquello que evito y aquello que necesito evitar. Con aquel tiempo finito persiguiéndome los talones a cada paso que avanzo, a cada centímetro que retrocedo. Muchas veces para ganar, otras para perder, otras para, simplemente, fantasear.
Imagino que sea difícil controlar la gravedad. No lo he intentado con fórmulas físicas ni matemáticas, o con alguno de esos aparatos caros y extravagantes que controlan la presión, temperatura o fuerza. No lo necesito para saber que, por mucho que lo intente, yo no puedo ser hoja. 

domingo, 15 de abril de 2012

azul

Las cosas importantes se guardan en sitios pequeños. En lugares acogedores donde todo lo que esté dentro parece entrañable, inconfundible; donde sólo uno mismo sabría encontrar hasta el más extraño de los objetos. Todos tenemos uno de esos rincones secretos, a los que acudimos cuando algo valioso está en nuestras manos.
Pero, ¿dónde vamos cuando no tenemos eso tan importante? Si aquello que se considera tan vital, urgente, significativo ha desaparecido, o simplemente nunca estuvo. 
Simplemente nunca existió.
Cuando eso tan considerable no ha sido más que fruto de nuestra humana imaginación, de la más maravillosa e incomprensible ficción. 
Entonces, aquel rincón queda sin sentido, sin utilidad, sin servicio. Parece que su magia ha desaparecido, que ya no sirve de nada mantenerlo como aquel lugar de incontable importancia. 
Y ahora, ¿qué?
Nada más lejos de la realidad, aceptar, volar, continuar. 
Nada más. 

martes, 10 de abril de 2012

reduciendo intensidad

Me gusta el silencio. 
Hay silencios y silencios.
A veces vale más no decir una palabra que intentar justificarse en vano, cuando la respuesta es tan clara que parece ridículamente humillante intentar argumentar. 
Sin embargo, están esas pausas acogedoras que me llenan de calma y me abarrotan de paz. Aquellas con los que no me importa que reine el más infinito de los silencios. Esos que no incomodan, que no te revuelven en el asiento o me hacen sentir estúpida. 
Aquellos con los que me siento bien y parece que el tiempo no pasa, que los minutos se han parado justo en el momento que yo deseaba... y me gusta.


nieve en abril

Me gustaría saber recoger las ideas que llegan tan de improvisto, meterlas en un bote y cerrar bien, para evitar que cuando no quiero, se escapen sin saber a dónde irán.
Será porque no hay memoria suficiente para retener aquello que no es útil o eso que lo es en menor medida.
O simplemente que cuando quiero, no puedo. 
Que pasa un pájaro y a la mínima desaparezco o no me encuentro.
Así estoy yo.