jueves, 29 de marzo de 2012

no surprises

A veces me siento en ocaso. Desaparecer del horizonte visible para pasar a la oscuridad.
Oscuridad.
Qué fácil suena decirlo, qué difícil demostrarlo. No hay nada más complicado que reflejar oscuridad, tinieblas, opacidad. 
Porque cuando todo parece luz, fulgor, incandescencia; cuando todo no es más que claridad, luminosidad...aparece la sombra. 
Cuando es tan fácil dibujar una línea clara, llena de color, de luz, de brillo...
Cuando es tan complicado no pensar que hay algo negro detrás, algo que conducirá a la adversidad, al plano contrario. 
Y es que son como dos caras de la misma moneda.
No hay luz sin oscuridad.
No hay oscuridad sin luz.
¿Por cuál decidirse? Por la más brillante.
Sin embargo, a veces todo va más allá de esa simple elección. En ocasiones veo como, sin poder remediarlo, es la hora del descenso, del fin del día, de la caída brusca y siniestra que nos atemoriza, que nos impide disfrutar por un segundo más la luz, de ese brillo que nos acompaña, que nos cobija, que nos resguarda con una tierna sonrisa.
A veces veo como, sin poder remediarlo, es la hora de la oscuridad.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Una pequeña sonrisa a cambio