domingo, 20 de septiembre de 2009

Y volver a empezar

Ha pasado mucho tiempo. Desmasiados días. Demasiados meses que ya se han juntado para formar un año. ¡Qué pronto se dice un año! 365 días. Cuatro estaciones. Tres trimestres escolares y un verano relajado. Doce meses que se pasan rápido. Solo un año entre los muchos años que una persona vive a lo largo de su existencia. Sin embargo, el tiempo, como casi todo en esta vida, es relativo. Puede que tantos días pasen volando, anunciando la llegada de otros nuevos. Pero eso solo ocurre cuando el tiempo transcurrido es feliz. ¿Qué ocurre cuando tantos días se pasan entre la oscuridad, el recuerdo, los reproches? ¿Qué ocurre cuando cada día, cada hora pasa a trompicones, como si las agujas del reloj no pudieran moverse por sí solas, como si pesaran cada una 100Kg.? Entonces todo ese breve tiempo para la vida de cualquier bicho viviente, se hace eterno. Solo quieres olvidar, pasar página, empezar de nuevo. Volver a reir, a llorar, a ilusionarse, a perder o a ganar. Pero de una forma distinta, sin ataduras con el pasado.
Intentas ser lo que no eres. Parecer feliz para no preocupar. Ocultar tus verdaderos sentimientos, algo todos saben realmente como te encuentras.
Te frotas los ojos para eliminar las constantes lágrimas que brotan de tu interior.
Levantarte cada mañana con una esperanza ya perdida, con los sueños borrados, con los recuerdos presentes, a sabiendas de que todo está olvidado, aunque no por tí.
Por tus propios medios haces lo posible para cambiar el transcurso vital, haces fuerzas, sin éxito, por supuesto. La vida sigue su ritmo, contigo o sin tí y es imposible hacer un corta y pega. Está comprobado.
A veces, cierras los ojos, cuentas lentamente hasta diez y los vuelves a abrir, esperando que todo haya sido un sueño, un mal sueño. Pero no es así. Esto es la vida real.
De pronto, un día te despiertas y sientes que todo ha acabado. Que esa tristeza ha volado y con ello vuelve, poco a poco tu felicidad y tu alegría. Tu vida.

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