Abro de nuevo el libro, para reanudar la lectura, para volver al mundo imaginario, a ese otro mundo con su propia historia, que solo había abandonado momentáneamente. Aparto con ciudado ese marcapáginas-postal que vino desde Turquía con gran cariño para mi. Ese marcapáginas tan especial y que me gusta tanto...
¿Por dónde iba?
Nunca me cuesta mucho retomar el hilo de los hechos. Me aislo del resto del mundo. Ahora no me importa quién hable, quién llegue o se marche...Dudo incluso si me percataría si ocurriese algo interesante fuera de estas cuatro paredes que he asignado como 'mi habitación' y que ha sido elegida como mi propio templo de lectura.
Puedo pasar minutos, horas leyendo. Incluso me atrevería a decir que el día entero, si no fuese por las necesidades fisiológicas de las que dispongo, al igual que cualquier bicho viviente.
¿Cuántos millones de libros existen en el mundo? ¿Cuántas historias ficticeas pueden captar la atención de una persona normal y corriente? No lo sé. Y creo que nadie puede contestarme.
Repaso las páginas de papel reciclado de mi libro con sumo cuidado para no romperlas. Deslizo suavemente los dedos entre las palabras, los puntos, las comas, hasta llegar al extremo superior y poder pasar de página para continuar y no cesar en el avance de esta historia. Cinco páginas, diez, veinte, cincuenta... que sin darme cuenta voy dejando atrás.
Letras, palabras, capítulos...
"Elena se pasa el día leyendo" le oí decir a mi hermano.
Desde fuera puedo parecer un ratón de biblioteca, que solo sabe leer...
Sin embargo, es un buen pasatiempo. A mí que no me quiten lo bailao.
Me gusta esta entrada. Me identifico mucho con ella.
ResponderEliminarAdoro esa sensación de olvidarmede quien soy y de que me preocupa ésta vez, y subirme de paquete en la moto de Step para carretear Italia.
Leer, sabio pasatiempo:)