domingo, 17 de enero de 2010

Enajenación leve y transitoria

Y no supe continuar. Mis ojos se clavaron en tí con tanta fuerza que pude asombrarme al ver que no tenías ni un solo rasguño, ni una marca de mi acto. De mi intención hacia tí. Mi cuerpo quedó paralizado para contemplarte, para asombrarme de tu naturaleza y de esa jovialidad desprendida.
Mis manos se agarrotaron. No podían moverse, por mucho que intentaron estirarse para tocarte, sentirte y poder ver que eras real. Que eras real y que estabas presente, frente a mí. No sabía que decirte, contarte o explicarte. Mi cerebro había cogido vacaciones temporales y se negaba a obedecer. Cada músculo, articulación, quedó en un simple stand-by que aumentaba aún más mi vergüenza. Quise echar a correr, alejarme de donde yo estaba, donde tú estabas o darte un abrazo hasta estrujarte, para que supieras cuánto me alegraba de verte...
Nada de eso ocurrió. Yo permanecí inmóvil ante tí. Tú sonreías sin saber qué decir. ¿Algo referente al tiempo, a las vacaciones? ¿O quizás algún otro comentario estúpido respecto a cualquiero cosa superflua? Nada. Ni tú ni yo avanzamos, ni retrocedíamos. Yo por no apartar la vista de tu sonrisa, por querer congelar ese momento unos diez mil años luz, por contemplar ese rostro una y otra vez hasta desgastarlo, hasta que mi cuerpo no consiguiese mantenerme en pie. Tú querías acabar con esa situación incómoda, alejarte o quedarte, pero romper el embarazoso silencio. Quizás dar media vuelta y echar a correr fuese tu elección más adecuada, pero no la escogiste. No de momento. Quisiste hacerme sufrir un poco más. Te acercaste lentamente arrastrando los pies, estirando un brazo y tu mano se deslizó suavemente por mi rostro. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Sonreiste y te giraste. Poco a poco desapareciste. Algo en mí se desequilibró. Por un momento deseé desmayarme o echar a correr hacia tí. Nada ocurrió. Me quedé contemplando como te ibas, esperando ya el regreso.
Estoy en la frontera entre tus besos y mi decepción.

1 comentario:

Una pequeña sonrisa a cambio