viernes, 19 de marzo de 2010

Lo perdí, ya no importa

Hay veces que lo bordas y veces que lo tiras por la borda...
Tus palabras se clavan en mí como elementos punzantes, como clavos oxidados. Materias arrasadas por el fuego, esperando a que desaparezcan las cenizas y el viento se lleve los últimos rastrojos muertos de algo que recordaba a la eternidad. El olvido se abre paso entre las gotas de lluvia que se deslizan por cada una de las ramas deshechas por el fenómeno atroz y violento como es el tiempo.
Y que pase, y que se lleve consigo cada uno de los recobecos que aún siguen viviendo, alguno de mis órganos vitales que aún quedan, ligeramente marchitados, como lo están cada una de mis neuronas al invertir otro segundo más en ese bello martirio, esa dulce explotación que acaba en tí que se sumerge en mí y sirve como excusa para evitar pensar, sentir. Mi fuero interno pide unas vacaciones. Un suspiro.
Cogeré una bocanada de aire y volveré a meter la cabeza debajo del algua, enterraré la vida a más de mil metros de profundidad. Allí donde los gritos de mi interior resuenan hasta perderse en un eco rebotante de ira y decepción. Y cuando decida salir a flote, tu susurro en mi oído sonará lejano. Falto de sentimiento, de vida, y tu aliento habrá dejado de ser una tortura para mis sentidos. Y el murmullo de mi norme en tus labios dejará de provocar un vuelco súbito a mi corazón...
Cuando ese momento llegue, solo yo dudaré de mi propia existencia. Quizás mi intención vuele lejos, más allá de un mar de dudas o un desierto de facilidades y promesas cumplidas. Quizás todo sea un camino de rosas, donde no hay lugar para los espinos y los insectos incordiosos...
Quizás ese día llegue pronto. O quizás no.
Despeja la incógnita de mi ecuación. El resultado siempre será x igual a y.

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