viernes, 19 de marzo de 2010

El tiempo es un preciado regalo que esconde la más valiosa de las dinamitas.
Tira el dado y maneja las fichas que se adelantan, volviéndose más dolorosamente irreversibles a cada movimiento.
A mí también me gustaría superar la velocidad de la luz y volver al pasado, sin descomponerme ni despeinarme. Cambiar paradójicamente algún pequeño ápice de los acontecimientos pasados y volver al futuro con la misma tranquilidad con la que fui y ver en lo que se ha convertido mi pequeño juego. Y reirme de mis propias revanchas al tiempo, donde yo salgo ganando...
Pero eso es solo una triste lamentación por algo pasado.
Quizás, la partida acabe cuando el presente-futuro acapare cada rincón del pensamiento abstracto. Que los hechos ya pasados, atrás queden y ver una prespectiva lineal que va del cero al más infinito...

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