sábado, 10 de abril de 2010

Cuidados intensivos

Esquivas mis esfuerzos, rechazas mis ganas, juegas con mi desequilibrio, me llenas de dudas. Disfrutas con ello.
Y sin embargo, me despierto pensando si hoy te voy a ver. Si mis manos temblaran una vez más al sentirte. Si mi corazón se desbordará al oir tu voz. Pero es inútil negarlo.
Tu decidiste avanzar. Yo elegí retroceder, quedarme en tí. Y perdí.
Caí con la piedra que yo misma coloqué tiempo atrás, y ahora solo soy un recuerdo más.
La moneda cayó por el lado de la soledad, otra vez y me quedé sentada, esperando, viendo como ese ranvía que conocía tan bien, partía, saludándome al pasar, sin yo saber qué decir.
Y que mis ojos se apaguen si no te vuelven a ver. Que mis sentidos se pausen si no tienen que volver a emocionarse al sentirte, al besarte.
Decidí ahogar mis ganas en el fondo de mí almohada, inhalando tu olor, sintiendo tu respiración impregnada en mí, acompasada con mi sistema que funciona condenado a un temprano ataque cardíaco en cuanto tú decidas volver a sentirme. En ese momento ingresaré en cuidados intensivos.
Tu pausa provoca atascos en mi deseo, en mis esfuerzos.
Y el tiempo se ha vuelto en mi contra, o en la tuya. Cuando decidas saltar, te seguiré esperando, como llevo haciendo tanto tiempo. Es mi pasado escrito, mi futuro previsible. Mi destino.
Estás escrito en mí. Eres la medianoche, la luz culminante, que culmina en mis deseos, mis ansias. Tu nombre me provoca un cálido escalofrío que recorre cada centímetro de mí para perderse en este aún más creciente sentimiento.
Yo también desearía borrarte, olvidar tu nombre, apellido y dirección. Pero tu sonrisa está tatuada en lo más profundo de mi garganta.
Di una vuelta al mundo, pero ninguna a tu corazón. Y quiero volver a tu lado, permanecer a milímetro de tu piel, alcanzarte, disfrutarte. Ahogarme en tí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Una pequeña sonrisa a cambio