domingo, 15 de noviembre de 2009

Brainstorm

Paradigma. Agonía. Milagro. Presión. Distancia. Sodomización. Disciplina. Preocupación. Danza. Lejanía. Atención. Tiempo. Alegría. Pasado. Muerte. Presente. Despreocupación. Locura. Emboscada. Madrid. Camino. Lucha. Trance. Electricidad. Rabia. Eternidad. Saliva. Melancolía. Mito. Misterio. Pájaro. Suavidad. Adiós. Azar. Lágrima. Miedo. Desgarro. Furia. Timidez. Hiperactividad. Desdicha. Compasión. Renacimiento. Fatalidad. Resurgimiento. Temor...

De repente, no supe continuar. Durante varios minutos, apunté en un cuaderno todos aquellas palabras que bombardeaban mi interior. El reproductor de música pasaba aleatoriamente cada canción. Yo apuntaba mis impresiones. Mis primeros sentimientos. Los escuchaba como si fuera la primera vez que llevaban a mis oídos, olvidando que, realmente, conocía cada estrofa.
Joaquín Sabina, Edith Piaf, Tchailovsky, Antonio Vega o Joan Manuel entre otros.
Cada una me sugería una valoración que apuntaba decidida.
Sin embargo, la siguiente obra de arte me bloqueó. No supe continuar. La magestuosidad de aquella melodiosa composición, basada en una misma repetición de la estructura durante cinco apasionantes minutos, me quedó completamente perpleja. Olvidé al primer acorde y cuál era mi cometido para poder disfrutar de aquella delicia.
He escuchado esa composición miles de veces. He proporcionado mi propia versión vulgar del tema, sin llegar con ella, ni a la suela de los zapatos a J., con todos los instrumentos musicales de los que tengo conocimiento. He llegado a odiar la misma por un exceso de ensayo. Admeás, contiene un gran significado emocional que es capaz de persuadirme en cualquier momento. Aún así, aquella vez, fue algo distinto. El volumen del reproductor mostraba su máximo y yo, con mis ojos cerrados, visualizaba cada voz, olvidando los antecedentes de este tema, preocupándome simplemente los fortes y crescendos. Cada melodía bailaba en mi interior.
¿Cuál es la palabra que mejor se adapta? Perfección armoniosa.
Sí, esa es lo que buscaba. Aunque la expresión sigue siendo pequeña. Él no se merece menos.

Pequeño y humilde tributo a Johann Pachelbel, por su fantástico canon in D, que consguió momentáneamente olvidar para poder disfrutar.

1 comentario:

Una pequeña sonrisa a cambio