miércoles, 31 de agosto de 2011

Efecto mariposa

Dicen que somos como las mariposas. Distintas, ligeras, asombrosas. Causan revuelo allí donde aparecen, alzando la vista de todo aquel transeúnte que circula absorto en sus pensamientos, robando sonrisas de niños que corretean en su búsqueda para intentar atraparlas. Pero hay que tener cuidado. Un solo roce a sus delicadas alas y dejarán de volar, se perderá su polvo mágico. Nosotros, sin embargo, no tenemos esas partículas tan fantásticas que nos permiten tocar el cielo, pero estamos dotados de ilusión, esperanza, ganas de conseguir. Lograr sueños, deseos, aspiraciones, fantasías. Y todo ello se puede alcanzar. Una sonrisa y un puñado de entusiasmo bastan para brillar y hacer brillar. Para conseguir doscientos tres deseos de felicidad inmediata.
Pero opinan que somos como las mariposas. Viajeras, intrépidas, buscadoras de lo desconocido. No permanecer ni un instante en el mismo emplazamiento, por miedo a que desaparezca, por temor a perder segundos en investigar nuevos lugares, a veces también nos caracteriza a nosotros. Ellas vuelan, surcan los cielos, dejan que el viento les golpee su pequeña estructura. Nosotros corremos, atravesamos ríos sin miedo a mojarnos, carreteras, pasadizos, puentes levadizos para conocer nuevas circunstancias, nuevas experiencias.
Compartimos con las mariposas ese famoso efecto que consigue que un leve aleteo en Londres desemboque en una gran tormenta en Hong Kong.
No subestimemos a lo que consideramos pequeño. Insignificantes pasos marcan una gran diferencia si trabajan en equipo, si se compenetran a la par.
Hay quien asegura que no somos tan distintos a las mariposas. Estos pequeños insectos nacen de unos reducidos huevos en forma de orugas. Alargadas y precisas en sus habilidades. Dispuestas a alimentarse, crecer y transformarse. Ocultas en apéndices sedosos a la espera de una conversión de 180 º. Metamorfosis. Después, aprovechan cada instante para trabajar, alimentarse, relacionarse, divertirse... Y nosotros, pequeñas mariposas con sentido común, vivimos al límite, lo intentamos o lo buscamos para exprimir cada resquicio del planeta, hacerlo nuestro y comernos el mundo, como si de simple néctar se tratara. Y si algún gran depredador se planta frente a nosotros, nos guiña un ojo y nos dice: ″Eh, tú, eres mi comida”, nosotros con aires de superioridad, tragando saliva, sacando pecho y dejando momentáneamente de respirar, respondemos: ″Eso será si logras alcanzarme”.
Las mariposas no tienen una esperanza de vida de 66 años. Dudo que algunas superen los 30 días. Eso nos diferencia a ambos.
Sin embargo, el tiempo es relativo. Y a veces, las cifras, no son más que eso. Números. Así que, ¿por qué no dejamos de mirar la hora y echamos a volar?

Hay más de 165 mil especies distintas, todas únicas entre ellas. En fin, dicen que somos como las mariposas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Una pequeña sonrisa a cambio