viernes, 12 de febrero de 2010

Esta boca es tuya

¿Quién coño te ha robado el mes de abril, para devolverte cincuenta y once recién primaveras? Puede que fuera el hombre del traje gris, o la rubia de la cuarta fila...

Me gusta salir de mi casa, allá donde habita el olvido, calle melancolía, con los auriculares del reproductor de música a tope, para que esos acordes de cantautor viejo y arrugado resuenen en toda la escalera, que mis vecinos sepan que, aunque tan joven y tan viejo, sigues [y seguirás] dando mucha guerra.
Luego, con aires de joven adolescentes, de barbi superstar, recuerdo como, cuando era más joven, te odiaba. Sí, te odiaba. Detestaba escuchar esa ajada voz, esas cuerdas vocales desmejoradas por el paso del tiempo y el vicio. Apagaba enfurecida el radio-cassette cuando tus 19 días y 500 noches sonaban una vez más, o más adelante, cambiada de canal cuando esos pájaros de Portugal volaban sin dirección ni alpiste ni papeles.
Fue un día, hace tan solo un año, cuando nos encontrábamos en Nochebuena, en unas navidades como otras cualquiera. Mi tío, que se encontraba de bajón, por motivos llamémoslos equis, nos puso el DVD de la gira: “Dos pájaros de un tiro”. Al quinto acorde de la primera canción, Ocupen su localidad-Hoy puede ser un gran día, él estaba embobado con la música, emocionado con el espectáculo y sonriente. No dejaba de alabar al genio de Úbeda y a su primo el Nano. Sus preocupaciones se esfumaron y llegaron así mis ansias por seguir escuchando aquellosa lo que pronto fui denominando como magnífico.
El resto de la familia seguía a sus conversaciones, escuchando cada poco mis interrupciones mandando callar pues 'mi tío y yo no podíamos admirar plenamente aquella fiesta', me quejaba yo.
A partir de ahí, no hace falta explicar más. Fui buscando, comprando y escuchando discos, asombrándome de las maravillas que podía hacer una sola persona con su imaginación y algo de ganas .

A veces, en momentos de ingenuidad e inspiración, cojo papel y lápiz en una mano, mientras sostengo en la otra mi guitarra, con intención de iniciarme en eso del mundo de los cantautores. 'Todo tiene un principio', me digo. Pero al ver que mis versos no tienen ni pies ni cabeza, vuelvo al mundo real, a eso en lo que creo que es tierra firme y guardo la guitarra...
Ocasionalmente, te odio. Ese sentimiento que tenía de niña, vuelve a mí y te odio mucho. No te soporto. Esos aires chulescos, provocadores y sin pelos en la lengua. Esa fama de provocados, mujeriego o incluso un golfo noctámbulo me pone de los nervios. Sin embargo, hay algo en tí que puede más que todo eso. Una caracterización de ser humano comprometedor, fiel a sus ideas, natural y poeta. Maestro. Genio.
Nos separan 44 años. Unas cuantas generaciones, muchas épocas de cambios y momentos, pero la esencia está ahí. Somos personas igualmente y el interior puede más que las formas o las famas. A mi me gustas así. Sinvergüenza y trovador. Bohemio y urbano. ¿Para qué más?
Me gustaría saber cómo pasa Joaquín Sabina el día de su cumpleaños. ¿Habrás refunfuñado cuando, aprovechando el momento, Rocío te habrá desagarrado el lóbulo de tu oreja izquierda? ¿O tu Carmela te habrá regalado unos calcetines blancos en papel de regalo color azul oscuro, de ese que casi no se distingue de negro? ¿O puede que hayas decidido pasar el día brindando a su salud con una que yo me sé, con vinagre y rosas para cenar, descorchando otra botella con la viudita de Clicquot?
Quizás, tu elección se base en recostar tu cabeza en el hombro de la Luna, mientras le hablas de esa amante inoportuna, que se llama Soledad.
Sea cual esa aquello que has escogido, te sobrarán los motivos para elegir.
A veces pienso que me gustaría conocerte. Y charlar. Y ver cómo piensa alguien tan impertinente y natural como tú. Tengo curiosidad por saber si ocuparás las conversaciones contando batallitas de un anciano personaje, relatando la del pirata cojo y aquel pacto entre caballeros.

Vale que no sea ninguna princesa de la boca de fresa, ni una embustera que trafica con botones, ni quiero ser por ello, una chica almodóvar. Puede que tan solo haya nacido para perder y para escuchar una y otra vez la canción más hermosa del mundo que empieza a la orilla de la chimenea y termina sabiendo que si me provocan, yo también sé jugarme la boca.
Por eso, será mejor que aprendas a vivir sobre la línea divisoria que va del tedio a la pasión y que si lo que quieres es vivir cien años, haz músculos de cinco a seis, vacúnate contra el azar... y eh, Sabina, ten cuidado con la nicotina.




Felicidades, Joaquin Ramón Martínez Sabina.

2 comentarios:

  1. Un gran homenaje a ese Gran trovero y mejor persona Joaquín Sabina que si fuera un hombre sin el talento de la música me pregunto...¿se le querría igual? ...¡Cuántos sabinas habrán regados por elmundo aguardando alguien que les quite la soledad! Un gran abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Menuda entrada mas currada Elena....hace poco me ha picado el pasado y he empezado a rememorar viejas glorias como Café Quijano y Joquín Sabina, grandes entre los grandes.

    ResponderEliminar

Una pequeña sonrisa a cambio